«No robarás». (Éxodo 20:15)
¿Estamos tomando las decisiones correctas?
Un empresario de un pueblo cercano fue enviado a prisión durante cuatro años. En prisión, encontró la fe en Jesús y nueva vida en Él. Cuando salió de la cárcel, fue a iglesia por primera vez en su vida. Era una iglesia reformada holandesa típica que mostraba Las 10 Palabras en dos paneles a la izquierda y a la derecha del púlpito. Más tarde dijo: «No podía apartar la vista de esos paneles. Me quedé mirando durante mucho tiempo el mandamiento “no robarás” y caí en la cuenta de que esto no era un mandato, sino una promesa. Era como si Dios me estuviera hablando: “Ahora que eres mi hijo y yo vivo en ti, no tienes que robar más. Mi poder trabajará en ti para que ya no tengas que robar”».
Cuando se habla de las llamadas «Diez palabras», es importante darse cuenta de que no son solo mandatos, sino también promesas. ¡Llegar a ser como Cristo es obra de Dios!
«Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará». (1 Tesalonicenses 5:23-24)
Justicia y generosidad
Esta Palabra tiene que ver con la Justicia, respetar los derechos humanos de propiedad, y la Generosidad, mostrando amor práctico a Dios y al prójimo.
Esta Palabra nos enseña a practicar la justicia protegiendo la propiedad personal y respetando la propiedad ajena. Se han promulgado muchas leyes humanas para tratar de proteger las posesiones personales y la propiedad de aquellos que buscan tomarlas para sí mismos.
Existen leyes contra el hurto, leyes contra la malversación de fondos, leyes contra el hurto mayor y el hurto menor, leyes contra el robo y el robo a mano armada, leyes contra el robo con allanamiento de morada, leyes contra la recepción de propiedad robada, leyes contra el fraude, leyes contra el robo de propiedad intelectual y leyes contra el robo en tiendas.
Sin embargo, esta octava palabra es mucho más profunda. Robar puede tomar muchas formas, como engañar a alguien o incluso retrasar el pago de lo que se le debe. Las empresas pueden intentar robar a las personas con publicidad engañosa y productos y servicios de mala calidad. Los empleados pueden robarles a sus empleadores perdiendo el tiempo o haciendo cosas personales en horas de trabajo. Usar el engaño para hacer ventas, ganar participación de mercado o aumentar los precios es robar porque el engaño significa que lo que el comprador consienta no es la situación real. La violación de patentes, derechos de autor y otras leyes de propiedad intelectual es robar porque priva a los propietarios de la capacidad de beneficiarse de su creación según los términos de la ley civil.
El significado espiritual de nuestra Palabra contrasta dos formas de vida: recibir versus dar.
«El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad». (Efesios 4:28)
Se ha dicho que «nunca te pareces más a Cristo que cuando das». Compartir es un antídoto contra el robo.
El daño de robar
Robar una vida, una persona, un cónyuge, propiedad material, propiedad intelectual, reputación, dignidad o confianza: apenas hay un aspecto de la vida humana que no se dañe con el robo. Es justo decir que si todos observaran la orden «No robar» —con todas sus muchas implicaciones—, en sí mismo, se haría un mundo éticamente muy decente.
«¿Robará el hombre a Dios?». (Malaquías 3:8)
La Biblia advierte contra robarle a Dios los diezmos y las ofrendas que se le deben, pero promete bendiciones a aquellos que le dan.
«Pero decís: «¿En qué te hemos robado?». En los diezmos y en las ofrendas. Con maldición estáis malditos, porque vosotros, la nación entera, me estáis robando. Traed todo el diezmo al alfolí, para que haya alimento en mi casa; y ponedme ahora a prueba en esto —dice el Señor de los ejércitos— si no os abriré las ventanas del cielo, y derramaré para vosotros bendición hasta que sobreabunde». (Malaquías 3:8-10)
En el análisis final, lo que más me ayuda es recordar esta maravillosa promesa que se nos hizo:
«Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra». (2 Corintios 9:8)
Vivir de acuerdo con esta promesa en el poder de Dios eliminará la necesidad de robar.
¿Estamos tomando las decisiones correctas?
Esta Palabra #8 muestra que debemos confiar en que el Señor proveerá todo lo que necesitamos, estar contentos con lo que tenemos y estar siempre listos para compartir con los necesitados. Debemos elegir la justicia que respete la propiedad de otras personas.
Autor: Moisés Contreras – Responsable del área de economía y mayordomía financiera de tres-e.