(1 Pedro 5:7)
La ansiedad se relaciona con la anticipación de peligros futuros, indefinibles e imprevisibles (Marks, 1986). Tanto la ansiedad como el miedo tienen manifestaciones parecidas, en ambos casos se aprecian pensamientos de peligro, sensaciones de aprensión, reacciones fisiológicas y respuestas motoras.
En los tiempos actuales, debido a la pandemia, el confinamiento, la pérdida de seres queridos, pérdida de empleos, la incertidumbre política, económica y social en la que estamos inmersos, ha servido como detonante, en centenares de miles de personas a nivel mundial, que están sufriendo los embates de la ansiedad y/o angustia ante todo lo que está ocurriendo.
Sin embargo, una de las preguntas que surge es. ¿Por qué para unos puede llegar a convertirse en una patología con la que tienen que bregar por años, y para otros es muy pasajera o temporal?
Aquí me gustaría hacer la distinción entre la ansiedad como rasgo, estado y trastorno.
1. Rasgo. Algunos estudios como la psicología de la personalidad, concibe la ansiedad en términos de rasgo y estado. Desde el punto de vista de rasgo, se presenta una tendencia individual a responder de forma ansiosa; así pues, algunos sujetos tienden a percibir un gran número de situaciones como amenazantes, reaccionando con ansiedad, mientras que otros no le conceden mayor importancia. (Endler y Okada, 1975; Eysenck, 1967, 1975; Gray, 1982; Sandín, 1990)
2. Estado. Por otra parte, la ansiedad entendida como estado se asimila a una fase emocional transitoria y variable en cuanto a intensidad y duración. Cuando las circunstancias son percibidas como amenazantes por el sujeto, la intensidad de la emoción aumenta independientemente del peligro real. (Miguel-Tobal, 1996). (Fuente. Periódico electrónicoen psicología; articulo Ansiedad, angustia y estrés: tres conceptos a diferenciar; Juan Carlos Sierra; Virgilio Ortega; Ihab ZubeidatIII).
3. Trastorno. Los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada pueden variar. Algunos de ellos son los siguientes:
- Preocupación o ansiedad persistentes por determinados asuntos que son desproporcionados en relación con el impacto de los acontecimientos
- Pensar demasiado los planes y las soluciones a todos los peores resultados posibles
- Percibir situaciones y acontecimientos como amenazantes, incluso cuando no lo son
- Dificultad para lidiar con situaciones de incertidumbre
- Temperamento indeciso y miedo a tomar la decisión equivocada
- Incapacidad para dejar de lado u olvidar una preocupación
- Incapacidad para relajarse, sensación de nerviosismo y sensación de excitación o de estar al límite
- Dificultad para concentrarse, o sensación de que la mente se «pone en blanco – Irritabilidad
- Fatiga – Trastornos del sueño – Tensión muscular o dolores musculares
- Temblor, agitación – Nerviosismo o tendencia a los sobresaltos
- Sudoración – Náuseas, diarrea o síndrome del intestino irritable
(Fuente. Internet, mayo clínic. Artículo de Ansiedad generalizada)
Tratamiento.
– En ciertos casos, la medicación se hace necesaria, junto a la psicoterapia. Aunque desde mi punto de vista, la terapia es recomendable en todos los casos donde se ve afectada la funcionalidad del individuo. Ayuda mucho en la buena gestión de los pensamientos y emociones.
– Hablar con personas que nos escuchan y nos aportan también contribuye a nuestro bienestar.
– Salir andar, hacer algún tipo de deporte, etc.
Todo esto ayuda mucho, y es recomendable buscar ayuda. Sin embargo, como cristianos, también tenemos nuestra fuente de paz en Dios; quien nos da sosiego y descanso emocional y mental para nuestra vida; cuando depositamos en sus manos, nuestras preocupaciones, incertidumbres y situaciones que interpretamos como amenazantes. (1 pedro 5:7)
“Dios está en control de tu situación, por muy difícil que parezca”
Karla Mayorga (Visita mi sitio web)
Psicóloga y Coach. Experta en familia y Parejas