web analytics

¿SuperMan/SuperWoman?

Comparte la noticia

Vivimos en una sociedad donde se nos insinúa, y a veces se nos exige, casi el 100% de la perfección. Un trabajo perfecto, un proyecto perfecto, un hombre perfecto, una mujer perfecta, unos hijos perfectos, notas perfectas… ¡El mundo de los Superman y superWoman! Mi pregunta es ¿Hay alguien que sea así de perfecto?

A diario vemos en la televisión, internet, páginas web, etc, los anuncios de ropa, cosméticos, u otros, con modelos estupendas/os, cuyos cuerpos bien fornidos y delgados parecen casi perfectos. Puestos de trabajos que exigen perfección absoluta en lo que haces, pero, sobre todo, nosotros mismos exigiéndonos el 200%, a través de un dialogo interno rígido e inflexible, cada momento diciéndonos “debo hacer esto perfecto, debo tener el cuerpo perfecto, debo ser el padre o la madre perfecta, o sacar las notas perfectas”; y por querer hacer todo perfecto, o creer que todo debe ser así, muchas veces nos bloqueamos y no hacemos eso que es importante. Si realmente existiera la perfección en el ser humano,¡dejaríamos de ser humanos! SOLO DIOS ES PERFECTO. Algo muy distinto es proponernos hacer las cosas con excelencia, lo cual debe ser una actitud intencional aspirar a ello. No podemos ser excelentes en todo, pero en eso que sabes hacer bien, aplícate para hacerlo con excelencia; ¡COMO PARA EL SEÑOR!

Personalmente me gusta mucho montar a caballo, no es algo que haga con frecuencia, pero cuando lo he hecho, he disfrutado al máximo. Sin embargo, pese a que esa actividad es una de mis favoritas, al igual que leer, senderismo o hacer teatro; no podría llegar hacer excelente en todo, tampoco podría compararme con los grandes jinetes, los expertos en senderismo o actores de teatro; ¡saldría perdiendo! Pero si puedo sentirme fenomenal, con eso que se me hace bien, porque es mi pasión, poniendo mi dedicación, y trato de ser mejor cada día.

El problema radica cuando nos comparamos con otros, en áreas que no dominamos, o que no es nuestro fuerte. Por ejemplo, hay quienes comparan el éxito de otro con el suyo, se proponen imitarles, e incluso, llegan a emprender en lo mismo, y el resultado es que les va mal; o quizás, te comparas en como domina los tacones la vecina, como esta de delgada, como se relaciona con las demás personas, o lo bien que se le da natación.  Dios nos ha dado talentos únicos a cada uno. Puede que la vecina en cuestión sea mejor en natación, pero TU eres buena o bueno en lo tuyo; quizás eres un crak en informática, en manualidades, pastelería, comercio o profesionalmente; y hay muchos que admiran lo que tú haces, porque eres único/a haciéndolo.

La autoestima es la manera en cómo nos percibimos, esa representación interna de nosotros mismos, la valoración que hacemos de nuestra valía, de acuerdo a todos esos datos que hemos ido almacenando en nuestro disco duro a lo largo de nuestra vida. Eso que pensamos de nosotros mismos es lo que reflejamos en nuestras relaciones, el trabajo, nuestro entorno y a través de nuestro dialogo interno. Al ser una representación interna de quien soy yo, los factores externos en realidad (tener dinero, una buena casa, un estatus social, o estar con el más guapo/a del barrio…) no determinan tu valía; hay quienes tienen mucho dinero y se sienten vacíos, sin identidad, nadie; por lo que se refugian en “algo” o “alguien” que les haga sentir bien. No es lo que tengas, es como tú te veas, el valor que te otorgues a ti mismo, y el cuidado que tengas de ti.

Si en tu infancia, adolescencia e incluso de adulto, sufriste algún tipo de maltrato, abuso sexual, violación, rechazo, o cualquier agravio a tu dignidad; es muy probable que la imagen que estés viendo de ti, este distorsionada y borrosa. Probablemente pienses que recibir un mínimo de alguien es mejor que nada, o que es “normal” que te traten mal porque fue lo que aprendiste o lo que vistes en casa, que hay que soportar todo porque nadie más te va a querer y la persona con quien estas, al menos se fijó en ti…o a lo mejor eres de los que piensa que no serás capaz de emprender en eso que deseas, en estudiar la carrera que te apasiona…en trabajar para conseguir tus sueños. Te ves tan limitado, y te bloqueas ante el miedo de no poder lograrlo.

Sea cual sea tu situación, te invito a que hagas algo por ti a partir de este momento:

  • Empieza a verte desde la lente de Dios. Él te ve como la creación más hermosa de sus manos. Los medios de comunicación, lo que nos ocurrió en el pasado, lo que nos dicen los demás, puede que esté empañando nuestra percepción; pero el deseo de Dios es que te veas tal como Él te ve, ¡como la niña de sus ojos! Y que encuentres tu verdadero propósito para el cual fuiste creado.
  • Cuida tu dialogo interno. Escucha lo que te estás diciendo a ti mismo/a. Quizás te repites constantemente que no puedes, no lo lograre, no soy capaz, mi esposo/a tiene razón cuando me dice que no valgo o no sirvo para nada, que no merezco que me quiera, o jamás alcanzare mis sueños. Pon atención a eso que te estás diciendo, y cuando seas consciente de ello, cámbialo con determinación; no me diré más esto. Empieza a decirte cosas buenas de ti, algo que te aporte, que te ayude a crecer, que fomente el amor propio. ¡Es momento de formatear el disco duro! Lo puedes hacer
  • Observa el cuido que te estás dando. Cuida tu alimentación, tus horas de sueño, regálate tiempo a ti para hacer aquello que te gusta, obséquiate algo de vez en cuando, trátate bien a ti mismo/a, respétate, valórate y cuida de que tu corazón no esté al alcance de aquellas personas que quieran dañarlo, eres tú el/la único/a responsable de cuidarte.
  • Reconoce tus fortalezas, y en eso que eres bueno/a, busca la excelencia, desarrolla esas habilidades y capacidades de las que Dios te ha dotado, a través de la formación, práctica y pon en marcha ese tren que te llevará a la cima de tus sueños.
  • Escucha consejos, aprende de los que ya lo hicieron, busca mentorías y todo lo que te aporte. Haz oídos sordos a las personas negativas, que auguran siempre lo peor o que jamás se han atrevido hacer nada. ¡Huye de ellos!
  •  Hazlo, aunque tengas miedo a perder. Pero no te quedes estancado. El único que no comete errores o que no fracasa, es el que nunca lo intenta; el fracaso también puede enseñarte muchas cosas, que te servirán en el camino hacia el éxito.
  • Nutre tu mente de cosas buenas. En todo lo bueno, todo lo amable (empezando contigo), todo lo que proviene de Dios, en esto pensad. (apóstol pablo)

No permitas que los ruidos externos opaquen tu propósito; no seremos unos Superman o superwoman, no existen; pero somos hombres y mujeres creados con un propósito único de Dios para nosotros ¡Encuéntralo!

Karla Mayorga

Psicóloga familiar y de Pareja

Coach de Liderazgo y Desarrollo Personal

Mayorgakar76@gmail.com


Comparte la noticia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *