Si es usted padre o madre, puede que el romanticismo sea algo del pasado para usted. Tal vez usted y su cónyuge hayan disfrutado de una relación apasionada antes de que nacieran sus hijos. Pero una vez que llegaron, su atención pasó a centrarse en ellos en lugar de en el otro.
Sus hijos tienen muchas necesidades, pero una de ellas es que sus padres disfruten de un matrimonio sano. Es importante -y posible- dedicar tiempo a cultivar un romance continuo con su cónyuge, incluso durante los años de crianza de los hijos.
He aquí algunas formas en las que usted y su cónyuge pueden mantener su amor romántico fuerte, mientras crían a sus hijos:
Reserve un tiempo en su agenda para estar juntos -sólo los dos- de forma regular. No hablen de sus hijos, del trabajo, de las tareas domésticas ni de los temas en los que no están de acuerdo. En lugar de eso, aprovechen el tiempo para disfrutar de algo juntos como si estuvieran saliendo.
Entabla una conversación íntima. Comparta honestamente sus pensamientos y sentimientos, y escuche genuinamente cuando su cónyuge comparta los suyos. Háganse preguntas mutuamente. Intenten aprender más sobre los temas que interesan a su cónyuge. Dense el mismo tiempo para hablar y no se interrumpan. Mírense a los ojos y préstense atención mutua sin distracciones.
Realicen sólo actividades recreativas que puedan disfrutar los dos juntos. No pasen separados algunos de sus momentos más agradables.
Acostúmbrense a expresar su afecto. Abrácense, bésense, tómense de las manos. Diga con frecuencia a su cónyuge: “Te quiero”.
Practiquen el sexo con la frecuencia que desee el que más lo desea, pero háganlo de la forma que el que menos lo desea encuentre más agradable. Esto hará que hacer el amor sea más deseable para la persona que tiene una menor necesidad de sexo.
Dedique a su cónyuge toda su atención durante al menos 15 horas a la semana. Utilice ese tiempo para satisfacer las necesidades emocionales del otro en cuanto a afecto, conversación, sexo y ocio. Si su relación está en mal estado, programe más de 15 horas semanales para esto. Cada domingo por la tarde, siéntense juntos con un calendario para programar el tiempo que van a pasar juntos la semana siguiente, planificando algún tiempo extra que puedan utilizar en caso de que una emergencia interrumpa su plan original.
No hagas exigencias egoístas a tu cónyuge. Ten en cuenta que los intentos de manipulación sólo conducen al resentimiento, no a la cooperación.
No hagas juicios irrespetuosos. Procure comprender y respetar las opiniones de su cónyuge tanto como las suyas propias. Recuerde que Dios les ha unido para que se complementen mutuamente.
Evita los arrebatos de ira. Confíen en la gracia de Dios para que les ayude a tratar los problemas con calma y racionalmente.
Sed sinceros el uno con el otro. Construyan la confianza evitando la deshonestidad y respondiendo con gracia a la verdad (aunque sea difícil de escuchar).
Eliminen los hábitos molestos. Hagan una lista de los hábitos que se irritan mutuamente y trabajen para dejar de hacer cosas que molestan al otro.
Actuar de forma interdependiente, no independiente. Comprended que vuestro matrimonio es una asociación. Deje que sus decisiones reflejen tanta preocupación por su cónyuge como por usted mismo. Evite la mentalidad que declara: “Tú haz lo tuyo y yo haré lo mío”.
Establezca una política de acuerdo conjunto. Nunca hagas nada sin un acuerdo entusiasta entre tú y tu cónyuge. Antes de tomar una decisión, pregunte a su cónyuge qué opina de lo que quiere hacer. Si no estáis de acuerdo en algo, intentad negociar, estableciendo reglas básicas para ser respetuosos y positivos mientras discutís el tema. Identifica el problema desde el punto de vista de ambos. Escribe tus ideas para aclararlas antes de hablar. Piensen juntos en soluciones. Si llegan a un punto muerto, dejen de negociar y programen un momento posterior para volver a empezar. Pero si ves que tu cónyuge no está convencido, no sigas adelante con tu idea. Recuerde que sus hijos aprenden a ser considerados -o no- observando cómo interactúan usted y su cónyuge.
Elabore juntos un plan de formación para sus hijos. Este plan debe describir los objetivos de desarrollo de sus hijos y los métodos que utilizarán para guiarlos. Explique claramente a sus hijos las normas y las razones que las sustentan. Sé coherente con la disciplina. Asegúrate de que la disciplina es adecuada para la edad de tus hijos. Llegue a un acuerdo con su cónyuge sobre las cuestiones de disciplina antes de actuar para poder presentar un frente unido a sus hijos.
Decidan mutuamente cómo van a dividir el cuidado de los niños y las tareas domésticas. Hagan una lista de todas las tareas que cada uno quiere que se hagan, mencionen cuándo deben realizarse, identifiquen qué cónyuge quiere que se realicen y califiquen la importancia que tiene para cada uno de ustedes que se realice cada tarea. A continuación, responsabilícense de las tareas que cada uno prefiera hacer, y asignen las restantes al cónyuge que más las quiera hacer, o contraten a otra persona para que las haga. Pide a tus hijos que os ayuden a los dos, y sorprende a tu cónyuge de vez en cuando haciendo una de sus tareas asignadas como regalo.
Cuando tengas que añadir una nueva responsabilidad a tu agenda, abandona una existente. Prioriza tu tiempo para evitar el agotamiento.
Busca continuamente desarrollar un estilo de vida que sea agradable para ambos. Sé creativo y flexible en este proceso.
Autora: Whitney Hopler