“Ama a tu prójimo como a ti mismo” Juan. 13:34
Entre los casos más frecuentes que he encontrado en la consulta a lo largo de veinte años, es una carente estima de sí mismo. Sean casos de parejas, mujeres, hombres, jóvenes, y/o adolescentes. Sin distingo de color, edad, nacionalidad, o creencias espirituales, este sigue siendo un tema a tratar con urgencia.
La carencia de amor propio, se debe a una distorsionada imagen que la persona tiene de sí misma. Se ve como alguien de poca valía, siente que no merece que le pasen cosas buenas, o que pueda llegar a conseguir en la vida, aquello que tanto anhela. (Una carrera universitaria, un negocio, sentirse amada/o, o conquistar a esa persona que le gusta, y le provoca maripositas en el estómago).
Sin embargo, pasamos la mitad de la vida, sin darnos cuenta, que sufrimos una baja autoestima, y si lo sabemos, tratamos de ocultarlo detrás de la moda, coches de último modelo, o la casa más cara, actitudes altivas, el egocentrismo, así como colección de títulos universitarios…todo para demostrar que “no pasa nada”.
No es nada malo tener todo esto, si puedes permitírtelo; la clave está en la intensión con la que lo haces. ¿Le quieres demostrar a alguien que vales? ¿O darle en la cara aquel que te dijo que nunca llegarías a nada? ¿O quizás demostrarle a tu ex que si puedes vivir sin él o ella? Ahí el meollo del asunto.
Si lo haces por ti, porque te gusta, lo disfrutas, es un sueño que deseas conseguir; quieres demostrarte a ti mismo/a que puedes hacerlo y que si te esfuerzas lograras eso que te propones; ¡estupendo!, sigue así; pero no lo hagas por demostrarle a nadie que tu vales. No necesitas hacerlo, tu vales porque sí.
¿TENGO UNA BAJA ESTIMA?
Algunas de las principales características de personas con baja estima:
Desconfío de mí mismo/a, en cuanto a mis capacidades y habilidades. Pienso que no lo lograre, no seré capaz, no puedo, esto no es para mí…
Estoy de acuerdo con todo lo que me dicen, porque mis opiniones creo que no son válidas. No tengo nada bueno que aportar, no se tener una conversación.
Necesito la aprobación y aceptación constante de otros, si no, no está bien.
Desisto fácilmente de mis planes, porque no siento que valga para esto o aquello. Y dejo a medias, proyectos, trabajos, estudios, relaciones, compromisos, etc.
Atribuyo mis logros a causas externas, o no se aceptar halagos.
Normalmente temo expresar lo que siento, por temor a las reacciones
Me cuesta tomar decisiones, pues lo que decida, no estará bien.
¿QUE PUEDO HACER?
Si te has identificado con algunas de estas características, hay solución. Empieza a verte desde la óptica con la que te ve Dios. Eres un ser especial para Él, y fuiste creado con un propósito.
1. No te compares con otras personas, se tú mismo/a. Tú tienes capacidades y habilidades únicas. ¡Lo que te diferencia, es lo que te hace único!
2. Ponte metas realistas. Avanza hacia tu propósito, con pasos pausados, pero firmes. Si fracasas, aprendes de ello, y continúas.
3. Se compasivo contigo mismo. Solemos decirle a otros cuando nos fallan, ¡No pasa nada, tranquilo/a!, pero nos machacamos cuando nosotros mismos cometemos un error; y recuerda, no pasa nada, inténtalo de nuevo.
4. Busca los puntos de mejora en ti, y hazlo. ¿Necesitas mejorar hábitos, actitudes, mayor formación, relacionarte mejor con los demás?. El invertir tiempo, recursos y voluntad para crecer como persona, te hará sentir más seguro de ti.
5. Cada día, priorízate, cuídate, amate y reconoce en ti tu valía como persona. Si otros te reconocen, perfecto; pero si no lo hacen; hazlo tú por ti, lo importante es que tú sepas lo que vales, lo que mereces, lo que aportas. No permitas que nadie determine tu valor. ¡El único que puede hacerlo es Dios, y ya lo hizo!
6. Piensa de forma positiva. Echa un vistazo al lado bueno de las cosas, aunque no lo parezca que lo tenga. Búscalo. Que te echaron del trabajo que te gustaba, quizás sea hora de cambiar a algo nuevo, reinventarte o emprender por ti mismo/a. Pensar así te impulsara a la búsqueda de nuevas oportunidades, en lugar de anclarte en lo que perdiste, no tienes, o no has podido conseguir.
7. Perdona y reconcíliate con tu pasado. Todos tenemos personas a las que hemos perdonado, o necesitamos perdonar para avanzar. Si en tu infancia o adolescencia (o actualmente) sufriste, o sufres acoso, abusos, malos tratos, frases hirientes, etc. Es hora de perdonar a quienes te lastimaron, soltar y dejar ir, para recibir lo nuevo del presente que Dios quiere darte. Es tu momento, rechaza la voz del pasado que te dice que no puedes, o no mereces ser amado/a, respetado/a y valorado/o por los demás; y aventúrate confiado/a a vivir plenamente tu presente y forjar un futuro saludable. ¡De verdad te lo mereces!
8. Acéptate tal cual eres, con tus virtudes, que son muchas, y tus defectos, ¿quién no los tiene?, ellos también te hacen único/a. Dios te ama así tal cual…
Recuerda. “Hay que darse y amar a otros, sin descuidarnos a nosotros mismos.”
Karla Mayorga
Psicóloga Familiar y de Pareja
Coach Profesional
Si deseas asesoramiento o ayuda sobre algún tema específico, contáctame a través de mi email mayorgakar76@gmail.com