He estado reflexionando durante mucho tiempo sobre este tema y en este principio de año quiero compartir contigo algunas conclusiones a las que he llegado gracias a vivir algunas situaciones en mi vida que me enseñaron la importancia de estar enfocada.
Quiero hacerlo ahora porque en este año que se inicia sé que debo tomar decisiones, tal vez tú también y tengo la esperanza de que las cosas que he aprendido te puedan servir, como me ha pasado a mí, sin la necesidad de que pases por lo mismo que yo, es decir, que aprendas de mis experiencias.
El tiempo pasa muy rápido últimamente, donde más se ve es cuando tienes niños a tu alrededor, el hecho de que solo pasen 5 años en un niño se nota mucho y el “problema” es lo rápido que pasan esos años.
Este año cambio el casillero de la decena y en mis 30 años de vida no he llegado ni al 10% de lo que me he propuesto. También suelo pensar que tampoco he alcanzado las grandes cosas que Dios tiene para mi (de hecho, una sonrisa se esboza en mi cara pensando en mi situación actual mientras escribo este artículo, no es que no crea que Dios no lo vaya a hacer, simplemente pienso: “vaya… a ver cómo te las apañas”). ¿Te sientes identificado?
En este tiempo me he dado cuenta de que he luchado tanto por no herir a las personas, por no “ser ocasión de caer”, por ser ejemplo, una buena cristiana y todo eso lo metí en una mochila: la de la aprobación social. Ya ni de la mochila de lo que le agrada a Dios, sino de la mochila del qué dirán, lo cual es sumamente irónico, porque soy de las que siguen sin importan lo que los demás pensarán. Sin embargo, sé que Dios me ha traído hasta este punto para enseñarme esto: las personas siempre te van a criticar, si lo haces bien, porque lo haces bien, si lo haces mal, porque lo haces mal y así un sinfín de cuestiones, sobre todo si eres cristiano. ¿Por qué los cristianos somos así? Los policías del cielo, voluntarios, porque nadie nos dio ese trabajo, unos más que otros claro. Sin embargo, no es aquí a dónde quiero llegar.
Lo que decidas hacer hoy con lo que tienes determinará tu futuro
En algunas ocasiones vamos acumulando decisiones (y sus consecuencias) que tomamos en base a la probación social o el qué dirán. Te doy un ejemplo con esta historia:
Hay una madre soltera que quiere tener su propia tienda de ropa, su nombre es Sandra. Sandra está muy dispuesta a capacitarse, ha tomado algunos cursos de moda y de personal shopper en internet (mientras su hijo estaba en el colegio) y está al corriente de todo lo necesario para tener éxito en el área que quiere. Como Sandra está desempleada el único trabajo que consiguió es de limpieza en un edificio, lo cual esta bien para empezar mientras se endereza y consigue lo necesario para dar el siguiente paso hacia su sueño. Sandra hace muy bien su trabajo y todos están muy contentos con ella, pero ella no se siente feliz, así que decide dejarlo, no sin antes buscar otro empleo, algo que se parezca un poco más a lo que quiere o que al menos le binde algún tipo de conocimiento que le enriquezca a la hora de emprender. En medio del dilema alguien le dice que no puede permitirse dejar ese trabajo, porque ella está sola, tiene un hijo al que mantener y es un trabajo estable. Pese a eso, Sandra es muy bien recomendada y acepta un empleo en una empresa de limpieza como encargada supliendo licencias, lo que genera muchas controversias en sus relaciones al recibir tantos comentarios de desaprobación. Ella está pensando que es temporal, que encontrará un empleo con más afinidad a su pasión, así que ¿para qué esforzarse tanto en conseguir un trabajo en el que no va a durar para siempre?
Imagina que Sandra oye las voces de todos a su alrededor
-Un curso no es suficiente, debes hacer una carrera.
-No puedes tener una tienda, no estas capacitada, te estas apresurando.
-Tienes que bajar a la realidad, tienes un hijo, ya habrá tiempo para ti, tu hijo es primero.
-Cuando crezca el niño ya verás.
-No puedes permitirte ese coche que tienes.
-No tienes dinero, pero te vi en el shopping el otro día.
Claro, no olvidemos que, aunque suene feo, todas estas personas lo dicen con la mejor de las intenciones y pensando en el bien de Sandra, o eso creen ellas.
Sandra está en un dilema, o hace lo que la mayoría de la gente cree que es “correcto” o lucha por su sueño sabiendo muy bien cuales son sus prioridades y qué puede permitirse y qué no.
Después de Dios, tú decides tus prioridades
¿A que suena a los más lógico del mundo? ¿A qué sí? Pues no es tan simple. Ese tipo de presión la vivimos a diario. El qué deberías hacer según las personas o qué podemos hacer para cumplir nuestros sueños sin que nadie se ofenda. He oído de casos en los que se ofendían con estudiantes por pasarse mucho rato estudiando, porque no compartían que su prioridad fuera esa, me ha pasado de estar trabajando en proyectos que reditúan a largo plazo y que no respeten mi tiempo de trabajo porque simplemente no consideraran que eso fuera un trabajo. Me ha pasado de estudiar por mi cuenta y que no se tomaran en serio mi tiempo de estudio porque no pagaba por él.
¿Qué te quiero decir? El tiempo pasa muy rápido, no lo desaproveches. Hay cosas que puedes hacer hoy mismo para alcanzar tu sueño, pero debes cambiar la mochila de la aprobación social por la de las promesas de Dios. Haz cosas atrevidas, haz cosas diferentes, haz lo que amas sin importar cómo te verán las personas porque él único que debe darte la aprobación es Dios y si tienes temor de Él, no necesitas preocuparte por más nada, sabes que no incurrirás en pecado, porque es a Él a quién rendirás cuentas un día y cuando le digas qué has hecho con los talentos que te dio Él te contestará: “(…) Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré (…)” Mateo 25:23