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La comunicación

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Talón de Aquiles en la pareja

Andrés y Ana, llevan 13 años de casados. Tienen dos hijos maravillosos, y disfrutan de una solvente vida económica. A raíz de la llegada de su segundo hijo, se han enfocado de lleno en él, ya que nació con una discapacidad motora, y requiere gran parte de la atención. Pese a tener una persona que les ayuda en los quehaceres del hogar, Ana decidió dejar el trabajo y dedicarse tiempo completo a sus hijos. Poco a poco se vieron atrapados en una rutina donde todo giraba en torno a los peques, a quienes aman con locura. (Este es un caso real, autorizada hablar, pero los nombres son ficticios).

Estamos desbordados, refirió Andrés, el primer día de consulta. Aunque disfrutamos el estar con nuestros hijos, no tenemos tiempo como pareja; nuestras conversaciones, el día a día, todo gira alrededor de ellos y la casa. Hemos dejado de encontrarnos en la intimidad hace ya mucho tiempo, y aunque he buscado a mi mujer, ella siempre dice que está agotada. No sé qué hacer, la entiendo, pero afecta el que mantenga esta distancia en nuestra vida sexual.

Ana veía perpleja a su marido; por su expresión facial, no daba crédito a lo que oía; y entre lágrimas y enfado expreso; pensé que me entendías, que sabias como me siento, que considerabas lo difícil que es estar al pendiente de nuestros hijos 24/7, llevarlos al colegio, ayudar con los deberes, sacarles al parque, ir al médico, ir de compras y más; sé que tú haces lo posible por estar presente, después del trabajo, ¡pero yo estoy día y noche! ¡Yo sí que estoy desbordada!, eres un inconsciente.

La discusión dio para rato, hasta desahogarse, sacando lo que no se habían dicho en años; estaban cada uno bregando con su propio dolor, acumulando tensión y sintiéndose cada vez más distante el uno del otro, pero sin atreverse hablar de lo que estaban sintiendo. ¡Qué dolor emocional más grande!

Os pongo este ejemplo, ya que en años de experiencia atendiendo matrimonios y parejas, uno de los problemas más comunes que encuentro, es una carente o inadecuada Comunicación de ambas vías; lo que está ocasionando centenares y miles de divorcios día tras día; y aunque no es la única causa de separación, si contribuye en un alto porcentaje a la toma de decisiones de esta índole. Por ello considero de suma importancia hablar de este tema.

Mi querido lector, que tal si mientras te tomas el café, y lees estas líneas, te preguntas a conciencia, ¿Yo estoy hablando con mi pareja?, o ¿me estaré comunicando de forma adecuada?

 La delicia de saborear las uvas juntos

Estamos muy acostumbrados a hablar, incluso, algunos hasta cogemos clases de oratoria para elaborar mejor nuestros discursos, hablamos de cosas, de proyectos, de la casa, de los hijos, viajes, ¡y hasta del vecino! Sin embargo, ponemos muy poca atención en lo que trasmitimos con nuestro lenguaje corporal, nuestras actitudes, nuestros gestos, hábitos, nuestra mirada, y forma de comportarnos con los demás; siempre estamos comunicándonos, si te gusta hablar como si no. En la relación de pareja, te comunicas siempre, o quizás puede que lo hagas a gritos, con indiferencia, a través del silencio, desahogando tu enfado dándole a objetos, o quizás hablando.

Nuestro cuerpo siempre comunica, aunque no hablemos.

Entonces, ¿para qué más comunicación? ¡Si estoy comunicando siempre!

Particularmente, las uvas me encantan, disfruto saborearla, sentir la textura suave, dulce y deliciosa, una a una; ¡que a veces termino tragándome hasta las semillas!

Esa sensación tan delicada, suave, armoniosa, placentera y hasta casi ceremonial, es la que comparo con la dicha de mantener una comunicación sana y saludable en la pareja; es entrega total de nuestros sentidos; va más allá del verbo hablar, más allá de simples momentos o hábitos; comunicación es conexión, empatía, escucha respetuosa hacia el otro, es intercambio de miradas cómplices y amables, es respeto  a la vulnerabilidad del otro, a sus límites, a las diferencias entre ambos, es compasión, gestos de cariño, y disfrute de la intimidad espiritual, emocional y sexual; es encontrar y dar al otro un oasis, un descanso, un abrazo, un te amo. Comerse las uvas juntos día a día, es saborear lo placentero que es llegar a acuerdos, practicar el ganar, sentirse escuchados y comprendidos en las necesidades de cada uno, saber que al otro también le importan tus sueños, tus proyectos, que ambos encuentran un compañero/a de viaje, un amigo/a con el que reír, llorar o hasta ¡tragarse las semillas juntos!

Lo importante en todo esto, es hacer un STOP, y detenerse a ver que estoy haciendo yo (no el otro, porque solemos buscar la responsabilidad fuera), para que mi relación este al borde del colapso, como Andrés y Ana; como me estoy comunicando con el otro en la relación, que le estoy trasmitiendo con mi lenguaje corporal, que palabras estoy usando, que actitud estoy teniendo con él o ella. ¿Me intereso por sus necesidades? ¿le escucho? ¿Colaboro con las tareas en casa? ¿le mido el tiempo que tiene para hablar? ¿le critico? ¿le grito? ¿Le castigo con el silencio? ¿evito buscarle en la intimidad? ¿valoro su opinión? ¿Le demuestro lo importante que es, o doy por hecho que él o ella ya lo sabe? ¿Tomo en cuenta lo que le molesta?

Os propongo que fomentéis el hábito de ¡comerse las uvas juntos!, con el significado más profundo que eso conlleva, y que podáis enriquecer vuestra relación con una adecuada comunicación, basada en el respeto, la escucha y empatía, pero, sobre todo en el amor que os a unido en este tiempo. Incluid a Dios en vuestro matrimonio.

De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.1 Pedro 3:7

Las esposas deben sujetarse a sus esposos, así como lo hacen con Cristo. Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza de su iglesia, y también su Salvador. Cristo es la cabeza, y la iglesia es el cuerpo. Efesios 5:22-23 TLA

Karla Mayorga

Psicóloga Familiar y de Parejas

Coach Profesional, Liderazgo y desarrollo personal


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