¿Te ha pasado alguna vez de hacer algo que sabes que no debes hacer y aun así vas y lo haces?
Te pueden pasar tres cosas: sientes arrepentimiento, culpa o te da igual. Suponiendo que no te da igual vamos a centrarnos en la culpa, el arrepentimiento y en lo que los diferencia.
La Palabra de Dios nos dice en 2 Crónicas 7:14 “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”. Este pasaje nos habla sobre el arrepentimiento, cómo llegar a Él y las bendiciones que trae como resultado.
Conocí a un hombre al que le encantaban los coches. Este hombre no tenía una solvencia económica para tener un coche nuevo, así que primero compró uno muy humilde y comenzó a repararle cosas que tenía rotas. Al cabo de unos meses vio otro mejor. Tenía que entregar el coche anterior y algo más de dinero sabiendo que debería hacer algunas reparaciones al “nuevo coche”. Préstamo de por medio para pagar la diferencia y para las reparaciones, había adquirido un coche mejor que el primero. Unos meses más tarde, encontraba otro coche de su interés, mejor que el anterior en algún aspecto, ya sea de chapa, pintura, tapizado, motor o lo que sea. Mismas condiciones, entregar el anterior y poner más dinero. Dinero que no tenía porque estaba pagando el préstamo del anterior. A esta altura, su esposa ya no estaba muy contenta. Ella entendía la necesidad de mejorar el coche, porque no estamos hablando de un coche “viejito”, estamos hablando de coches que apenas podían circular. Así que lo apoyó.
Había una persona que era la que ofrecía los cambios de coches, y esta persona estaba obteniendo beneficios de los intercambios porque cada vez que le daba un coche a este hombre, él se tomaba el trabajo de repararlo e invertía mucho dinero en la reparación, hasta que esta persona volvía y le ofrecía otro, aparentemente mejor, pero que también tenía cosas por reparar. En cada intercambio, él obtenía una ventaja.
Toda esta situación llevo a problemas matrimoniales, porque no fueron dos, tres, o cuatro coches. Si te soy sincera, perdí la cuenta. Podrían haber sido diez, veinte o treinta.
A donde quiero llegar es que en cada transacción, él le decía a su mujer que no lo volvería a hacer, y ella le creía, porque lo que parecía ser arrepentimiento en realidad era culpa.
Cuando haces algo que está mal y tú lo sabes, pero lo vuelves a hacer, entonces es culpa lo que sientes.
Así es como diferencias la culpa del arrepentimiento: si lo haces de nuevo a pesar de saber que está mal: es culpa. Si no lo vuelves a hacer: es arrepentimiento.
El arrepentimiento implica un cambio, que se manifiesta generalmente con una o más acciones.
Es por ello por lo que necesitamos ser humildes para reconocer nuestra falla, orar, buscar su rostro y convertirnos de nuestros malos caminos, es decir, no volver a hacerlo.
Y como la historia que te acabo de contar, no todo se trata de pecado. ¿Necesitas un verdadero cambio en tu vida? Arrepentirse se trata de cambiar o de volver. Puede ser en un negocio, en una relación, en un hábito.
¿Te has dado cuenta de que es culpa lo que sientes y no arrepentimiento? Eres bienvenido al club. No te desanimes, somos muchos los que estamos en el camino para cambiar. A veces la lucha dura poco tiempo, a veces dura años. Recuerda que ese sentimiento no proviene de Dios, Él no nos juzga, sino que entiende nuestra naturaleza pecaminosa y gracias a Jesús tenemos su perdón.
Es Su precioso Espíritu que nos fortalece y nos guía. Él vive dentro de ti y está esperando a que le dejes ayudarte.
Si te ha gustado mi opinión, si quieres darme tu punto de vista, si te puedo ayudar en algo o si simplemente necesitas hablar, no dudes en escribirme a alexandrarolfo@gestionid.com
Autora: Alexandra Rolfo