Podríamos definir como esclavitud tecnológica al demasiado tiempo innecesario que se pasa frente a algún computador u otro móvil y tecnología. Al conjunto de conocimientos técnicos que permiten diseñar y crear bienes y servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y satisfacer las necesidades y los deseos humanos. Esto implica el desarrollo y la aplicación de herramientas, máquinas, materiales, técnicas, sistemas y procesos. La tecnología se remonta desde antaño con la invención de la rueda, la arada o la vela, así como también la metalúrgica, a partir de la fundición de metales. Desde hace muchos años pues la hemos necesitado para avanzar y prosperar.
Como ser la escritura, la imprenta, el automóvil, la televisión, internet, los computadores junto a la modernización de las formas de comunicaciones. IPhone revolucionó la tecnología móvil, Facebook, Twitter, Smartphone, tablets, Skype, o algún aparato conectado a Internet para hablar con amigos, compañeros, familiares o incluso con desconocidos. En lo que respecta al mundo de los negocios ha conllevado muchas ventajas, pues los empresarios pueden irse a casa y seguir trabajando para mantenerse en marcha. Pues, estando online el trabajo tiene hora de inicio, pero cuesta mucho terminar debido a seguir conectados a la tecnología móvil por estar constantemente respondiendo emails, organizando reuniones y revisando cualquier aspecto de la empresa. En la vida personal de los empresarios el WhatsApp puede convertirse en un infierno sobre todo los fines de semana si tiene un Smartphone, en cuanto al mal uso del móvil.
El tiempo consumido mirando la pantalla ronda las cinco horas diarias. Según un estudio de la Universidad de Illinois citado en Buena Vida (El País) cuenta que, tras analizar a 3.000 peatones en París, el 38% de las mujeres que caminaban solas llevaba el móvil inactivo en la mano, mientras que el 31% de los hombres hacía lo mismo. Francia ha sido el primer país en tomar cartas en el asunto: se ha prohibido el uso de los teléfonos móviles en escuelas e institutos. El 90% de los clientes de un restaurante, no levantaban la vista de sus móviles. Además, permanecían en un silencio absoluto y solo se oía el cliqueo frenético de los dedos en el teclado de los móviles. Pero lo que llamaba por encima del todo la atención era la falta de comunicación con la persona que tienes enfrente. Esas mismas costumbres llevadas a cabo por menores e incluso infantes, ya roza lo que podríamos calificar de posibles futuros problemas de conducta, adicciones y problemas psicológicos, los mismos ya palpables en nuestros actuales menores que usan las tecnologías para grabar y colgar en redes sociales, los casos de mobbing, bromas y diferentes irresponsabilidades y todo por conseguir unos likes, generando con ello hijos y familias sin comunicación, sin valores familiares, donde la ciber-comunicación es la nota común.
Sobre todo, en este tiempo, sabemos que la tecnología está cambiando vertiginosamente, tanto para bien como para mal, según se use. Si bien, es cierto que ayudan a hacer la vida más cómoda, las comunicaciones de mensajes y el envío de documentos más rápidos. No obstante, han ido convirtiendo a los consumidores en verdaderos zombies dependientes de ellos, al punto que, si una persona sale de casa sin su móvil, prefieren regresar por el teléfono. Los adolescentes y niños pasan sus días involucrados en redes sociales y chats estableciendo, muchas veces, hasta peligrosas relaciones virtuales, donde se está dejando el contacto social familiar en segundo plano. Si seguimos por este camino de dependencia tecnológica, como seres pensantes y grupales no nos llevará a nada bueno. Surgirán nuevas patologías mentales, adicciones más duras que las propias drogas, etc.
Los niños de hoy en día nacen y crecen rodeados de las nuevas tecnologías, tanto es así que ya se les llama nativos digitales. Y es que, en casi todas las casas hay un ordenador, un Smartphone, una Tablet o una videoconsola. A los adultos nos impresiona la velocidad de aprendizaje que tienen los niños de acceder a las nuevas tecnologías. Prácticamente no hay que enseñarles a usarlas, los niños manejan las nuevas tecnologías por imitación y, cada vez, de forma mucho más hábilmente natural.

Esta facilidad de acceso, que tienen los niños, a las nuevas tecnologías nos hace plantearnos qué beneficios tiene y qué peligros pueden encontrarse en el uso de ellas. Debemos estar muy conscientes que, las nuevas tecnologías, como muchas cosas, tienen sus ventajas y también sus inconvenientes. Comencemos con los beneficios, de ¿qué cosas buenas les aportan a los niños?
- Desarrolla las habilidades de los niños, les ayuda a tomar decisiones y resolver problemas, a analizar y a observar.
- Es una excelente forma de comunicación ya que pueden estar en contacto con familiares y otras personas de otros lugares.
- Es una ventana abierta al conocimiento, a golpe de clic los niños pueden acceder a cualquier tipo de información.
- Puede ser utilizada como herramienta de apoyo escolar y ayudar a mejorar los resultados académicos.
- Son una estupenda herramienta de ayuda a niños con algún tipo de discapacidad o problema de aprendizaje.
- Estimula la investigación, el descubrimiento o las ganas de aprender por parte del niño.
El peligro del uso de las nuevas tecnologías sobre todo para los niños es precisamente por desconocer e ignorar esos peligros que pueden acecharles, tal como el ciberacoso, grooMing, sexting, etc., etc.
¿Cómo podemos los padres protegerlos de esas amenazas?
La primera medida que debemos tener en cuenta cuando los niños comienzan a utilizar las nuevas tecnologías es el control y los límites en su uso. Recordemos que la información, en estos casos, es nuestro principal aliado, y es muy importante que hablemos con nuestros hijos y les hablemos de los diferentes tipos de acoso que se pueden dar a través del Internet y de las redes sociales. Para este efecto, debemos:
- Fomentar ese diálogo, de confianza y transparencia, que nos va a ayudar a crear un clima de confianza recíproca donde el niño siempre nos pueda contar lo que le ocurre.
- Debemos explicar a los niños que no deben facilitar ningún dato personal, por ejemplo, si está solo a qué colegio va y a qué hora sale a desconocidos ni mucho menos quedar con personas que han conocido en Internet si no van acompañadas de un adulto.
- Saber y conocer qué páginas visita nuestro hijo, por qué sitios navega y qué actividades realiza.
- También podemos agregar filtros parentales a nuestros dispositivos, aunque el mejor filtro parental es la educación.
- Su uso en exceso, es lo que nos desconecta del aquí y ahora, nos desconecta del presente, y, en definitiva, ¡de nosotros mismos!
Frente a lo anterior ¿Es mala la tecnología?, pregunta que muchos padres nos hacemos; la verdad es que por sí sola, no lo es; es el grado de supervisión lo que puede marcar la diferencia entre el buen uso y el abuso.
Un informe (Media Child and Adolescent Health: A Systematic Review) realizado en el año 2009 por la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale y el California Pacific Medical Center, en el que se analizaron 173 estudios sobre salud y uso de tecnología, señala que la media de exposición a las nuevas tecnologías es de 45 horas por semana, frente a las 17 horas que pasaban sus padres y a las 30 que actualmente pasan los jóvenes en la escuela; 45 horas de exposición en las que se incluyen la televisión, los juegos, móviles, mp3, etc.
Este estudio revela que existe una alta correlación entre la exposición a los medios y los problemas de salud de los niños a largo plazo.
Pero, ¿Cuándo se considera una adicción? La barrera de lo patológico se cruza cuando dicha conducta implica tanto al sujeto, que conduce a la dependencia. La persona reduce progresivamente su campo de intereses y sus obligaciones, de manera que la conducta adictiva termina por acaparar su vida y no existen otras actividades gratificantes fuera de la conducta motivo de adicción.
Estudios
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, los niños pueden padecer síntomas similares a las adicciones tradicionales como con el alcohol o las drogas cuando usan en exceso las nuevas tecnologías, tales como teléfonos inteligentes o “Smartphone”, vídeo juegos, Tablet y el Internet. Estos son algunos indicadores:
Cuando la actividad de la que sospechamos pasa a ser el centro prioritario para la persona. Todo lo demás pasa a segundo término, incluso actividades que antes eran placenteras como salir con los amigos.
Si se confirma un aislamiento del resto de la familia. Se pasa horas encerrado en su habitación y le cuesta respetar incluso los horarios de comida o de sueño.
Se vuelve huraño e irascible. Discute fácilmente y no atiende a razones.
Utiliza la mentira para justificar o tapar algunas de sus conductas. En casos extremos puede haber conductas de hurto para conseguir dinero en el caso que lo necesite para seguir con su adicción. No reconoce que tenga un problema. No quiere hablar de ello.
Aún no existe una clasificación exacta del problema, según el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) se puede clasificar como un trastorno adictivo no clasificado lo cual no es muy exacto, sin embargo, podemos tener algunos indicadores que nos permiten detectar cuando existe dificultad.
Para la Honra, Gloria y Alabanza de Dios.
Fuente: cristianosempresarios.com/ Dr. Iván Pereira Morgenstern